¿Es la comida orgánica mejor para la salud?
Los productos orgánicos han experimentado un fuerte crecimiento en los últimos 20 años, adquiriendo una enorme popularidad entre los consumidores más concienciados tanto por su propia salud como por la del planeta. A consecuencia de ello, en los últimos veinte años en España, se han más que sextuplicado las superficies de cultivo ecológico. Andalucía, por sí sola, ya abarcaba el 45 % de la superficie estatal de este tipo de agricultura en 20201.
Sin embargo, ¿ofrecen los productos orgánicos algún beneficio real para la salud? ¿Pueden los alimentos ecológicos garantizar la ausencia de exposición a pesticidas?
El nutricionista Anthony Berthou descifra este asunto a continuación.
¿Qué es la agricultura orgánica?
La agricultura ecológica excluye el uso de productos químicos sintéticos
La agricultura orgánica prohíbe el uso de productos químicos elaborados de forma sintética, como pesticidas o fertilizantes de origen no natural. Los pesticidas y fertilizantes sintéticos son sustancias artificiales desarrolladas en laboratorios y producidas en fábricas; concretamente, de la industria petroquímica.
La agricultura orgánica sólo puede utilizar insumos de « sustancias naturales o derivados de sustancias naturales»2. De ese modo, existen 363 productos comerciales autorizados para su uso en agricultura ecológica, frente a los 2668 de la convencional3.
Por lo tanto, las sustancias sintéticas, que son muy problemáticas para la salud humana y medioambiental, están prohibidas en la agricultura orgánica. Este es, por ejemplo, el caso del SDHI, un fungicida muy presente en cereales y frutas que tiene como objetivo eliminar los hongos bloqueando la respiración de sus células. Sin embargo, según varios investigadores, también podría impedir la respiración celular de los demás organismos (plantas, animales e, incluso, seres humanos) y dar lugar a anomalías epigenéticas que podrían explicar la aparición de tumores4,5. Por eso, en enero de 2020, 450 investigadores pidieron el fin del uso de SDHI en entornos abiertos6.
Este fungicida también es cuestionado por su impacto en la biodiversidad: los estudios demuestran toxicidad en roedores, batracios, peces y abejas. Además, pueden persistir durante varios meses en el suelo después de haber sido esparcidos en los campos, encontrándose luego en contacto con lombrices o insectos7.
Sin embargo, algunas sustancias naturales también pueden ser problemáticas
Ciertas sustancias naturales o derivadas de fuentes naturales utilizadas en la producción orgánica también pueden resultar problemáticas para la salud y/o el medio ambiente. A tal efecto, Europa ha definido una lista de 77 sustancias autorizadas en productos ecológicos y “candidatas a la sustitución” 8,lo que significa que estos compuestos suponen una preocupación especial para la salud pública o el medio ambiente, y hay que encontrar alternativas a ellos. De hecho, seguirán estando autorizados para su uso mientras no existan soluciones alternativas validadas por las autoridades.
El ejemplo más emblemático se refiere a los compuestos a base de cobre y, en particular, a la “mezcla bordelesa”, una combinación de sulfato de cobre y cal. El uso de pesticidas a base de cobre es problemático tanto para el medio ambiente como para la salud. En lo que respecta al aspecto ambiental, el INRAE (Instituto Nacional de Investigaciones Agronómicas) indica, en particular, que “las concentraciones excesivas de cobre tienen efectos fitotóxicos reconocidos en el crecimiento y desarrollo de la mayoría de las plantas” 9. Por el lado de la salud, este mineral ejerce un importante efecto prooxidante que puede causar daños en los constituyentes de nuestras células10.
Por lo tanto, la agricultura orgánica reduce significativamente la exposición humana y ambiental a los productos químicos sintéticos. Hoy en día, los desafíos a los que se enfrenta la agricultura orgánica radican, en particular, en la búsqueda de soluciones alternativas a ciertos pesticidas naturales problemáticos.
La agricultura ecológica también limita el uso de aditivos
Además de lo que respecta a los pesticidas, la agricultura orgánica limita el uso de aditivos. Así, se autorizan 55 aditivos en el cultivo ecológico frente a más de 300 en el convencional 11.Muchos aditivos muy controvertidos, como la tartrazina (E102), el BHA (E320), los difosfatos (E450) o, incluso, el aspartamo (E951) están prohibidos en los productos orgánicos.
¿En qué se basa la etiqueta ecológica europea?
La principal etiqueta ecológica es la «Euro-hoja”, que es la homologación europea para la agricultura ecológica. Desde 2010, la Eurofeuille es la única etiqueta oficial dentro de la Unión Europea. Se basa en los siguientes principios:
- Se prohíbe el uso de los transgénicos, pero se tolera un umbral fortuito de hasta el 0,9 %.
- La alimentación animal debe alcanzar una certificación orgánica del 95 %.
- Los productos procesados deben contener un 95 % de ingredientes de agricultura ecológica.
- En las explotaciones, están prohibidos los tratamientos hormonales y se limita el uso de antibióticos.
- Se autoriza la coexistencia de producción ecológica y no ecológica: se deberá mantener una distancia de 10 metros entre ambos tipos de cultivos.
- Se autoriza el uso de invernaderos climatizados.
Aunque la Eurofeuille es la etiqueta ecológica más común, también existen otras homologaciones cuyas especificaciones son aún más exigentes, como Demeter.
Estas diferentes etiquetas se basan en una obligación de medios, pero no de resultados, por lo que no pueden garantizar la ausencia total de pesticidas o contaminantes en el producto final. Lo que sí garantizan es que los productores han limitado su uso en base a las condiciones definidas.
La alimentación orgánica reduce la exposición a los pesticidas
Generalmente, aunque los productos orgánicos no llegan a estar completamente libres de contaminación por pesticidas, todos los estudios coinciden en que contienen una cantidad muy inferior. Así pues, los productos orgánicos contendrían, de media, un 75 % menos de pesticidas en comparación con los alimentos provenientes de la agricultura convencional, según un amplio metaanálisis publicado en 2014 en el British Journal Of Nutrition 12.
Ahora, los pesticidas están reconocidos como sustancias capaces de causar múltiples enfermedades. En primer lugar, la mayoría de los estudios muestran un mayor riesgo de cáncer en las personas más expuestas a los pesticidas 13-18. Los cánceres más destacados son los linfomas no Hodgkin, las leucemias, los tumores cerebrales, los cánceres dependientes de hormonas, los cánceres de pulmón y los melanomas.
Además, muchos estudios demuestran un vínculo entre la exposición a ciertos pesticidas y el riesgo de desarrollar la enfermedad de Parkinson. En este sentido, el riesgo a desarrollar la enfermedad que presentan aquellas personas fuertemente expuestas a los plaguicidas durante su vida se ve incrementada en un 62% 19. También se responsabiliza a los pesticidas de incrementar el riesgo de las enfermedades de Alzheimer 20,21 y Charcot 22-24, así como también otros trastornos cognitivos y ansiosodepresivos 25,26.
En lo que respecta a las mujeres gestantes, la exposición a plaguicidas durante el embarazo también podría tener consecuencias significativas en el desarrollo del feto, con un mayor riesgo de prematuridad, autismo, afecciones cardíacas o incluso complicaciones metabólicas en la edad adulta 27-29. Por último, una mayor exposición a ciertos pesticidas también parece promover trastornos de la fertilidad, tanto masculina como femenina 30.
Los alimentos orgánicos también reducen la contaminación de ciertos metales pesados
Al margen de los pesticidas, los estudios también muestran una menor presencia de ciertos metales pesados en los productos ecológicos. En este caso, el nivel de contaminación por cadmio, por ejemplo, es casi dos veces inferior en los productos ecológicos que en los de la agricultura convencional12. La contaminación por cadmio está fundamentalmente ligada al uso de fertilizantes fosfatados, que están prohibidos en la agricultura ecológica.
La IARC (Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer) considera el cadmio como un tipo de cancerígeno para los humanos (grupo 1) y se relaciona con aquellos cánceres que afectan a las vías respiratorias; en particular, el de pulmón31. También se sospecha que es un elemento mutagénico y tóxico para la reproducción32,33.